Yo admito que las apariciones no se le presenten más que a los enfermos, pero eso no demuestra sino que hace falta estar enfermo para verlas y no que no existan realmente.
- ¡Es cierto que no existen! - replicó violentamente Raskolnikof.
Svidrigailof le contempló durante un rato.
- ¡Que no existen? ¿Esa es su opinión? Pero acaso podría decirse: "Las apariciones son, en cierto modo, fragmentos, trozos de otros mundos. El hombre sano, naturalmente, no tiene motivos para verlas, en atención a que el hombre sano es sobre todo un hombre material, y, por consiguiente, para que su vida sea normal, debe vivir únicamente la vida de aquí abajo. Pero apenas enferma, en cuanto se quebranta el orden normal, terrestre, de su organismo, inmediatamente comienza a manifestarse la posibilidad de otro mundo; a medida de que su enfermedad se agrava se multiplican sus contactos con el otro mundo hasta que la muerte le hace entrar en él por completo". Hace ya mucho tiempo que me hice este razonamiento, y si usted cree en la vida futura, no creo que haya nada que pueda impedirle su admisión.
- Yo no creo en la vida futura - respondió Raskolnikof
Svidrigailof se quedó pensativo.
sábado, 25 de mayo de 2019
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Un día
Todos los días a la misma hora estornudo en el trabajo Me acuerdo, del estornudo de ayer y su repetición Pienso si esta patología me despi...
-
Las velas encendidas manejan su tiempo de muerte Entregan transparencia de vida marcadas con fuego Fuego que da luz a mi ventana de anhelos ...
-
El pliegue Los charcos están desparramados Un poco por escalones que avecinan las casas y otro por esquinas llenas de nadie S...
No hay comentarios:
Publicar un comentario