jueves, 11 de febrero de 2016

ENVIDIA, la mas codiciada.

Acabo de escuchar una charla en la que trataron de convertirme en participe y me acobardé. Era sobre la posibilidad, o el acto en sí, de que por medio de la envidia determinada persona le tira mala energía a otra para traerle un mal pasar a esta última. Estas relaciones de autoconformismo, y de vínculos tan simbólicos de alimentación al ego, ¡son tan inverosímiles! Esta conclusión es anecdótica, ya que la responsabilidad de convivencia (o humana) esta focalizada en la importancia que uno delegue a esta suposición. Las energías terminan siendo un pretexto a un no afrontamiento de alguna construcción de un problema. Casi siempre estos problemas son debido a "chispas" o roces (o falta de ellos) en una disputa por ejemplo, por el amor (o el establecimiento de un vínculo de posesión respecto de otra). Por la importancia que le delega  uno a actos invisibles, puramente banales y absurdos, que nos convierten en sujetos mas salvajes aún de lo que creemos ser. No se porque uno tiene que estar autocomplacido con el deseo del prójimo. Estas actitudes son una mierda. Las actitudes son inverosímiles porque carecen de carácter de verdad en parte ya que se establecen en base a la potencialidad de dicha posibilidad que sin dudas es tan ambigua como innecesaria. Para develar estos "misterios" uno debería ingresar en el centro de la construcción del deseo de quien lo ejerce para determinar si es exacta la "agresión" por medio de la envidia que se establece. Pero ya de por si, esta teorización es tan inverosímil como la posibilidad de que exista tal envidia.

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