martes, 12 de junio de 2012

Aprendizaje

¿Por qué escribo cuando la semejanza me es atroz?
¿El silencio es casi rabia contenida o es perplejidad estridente?
Entonces ¿trato de armonizarlo, le pongo colores, lo baño de pigmentos asimétricos?
¿Busco una justificación en el momento de interpretarlo?... salvaje humanismo

Muchas veces me vienen rostros muertos de vida y otros vivos de muerte
Pero en sí mismo, el pensamiento no es la realidad que ando...
Aquellos rostros son espectros sondeando eternidades

Las influencias metódicas a la hora de transitar la tinta sobre el papel son perfectas distracciones de huidas rotoscópicas, donde las imágenes vierten aguas de mil colores, chocando con las fronteras de tu cara, marcando con coagulaciones inmersas, tu suavidad que es mía, que me arropa, que me paraliza, que es luz donde ya hay luz. Pero, ésta sí, es lo mas cercano a un resplandor, el cual voy siguiendo con cámaras y me acerco, pero no encuentro recursos físicos para moverme, porque simplemente te estoy pensando... Como un perro que duerme la siesta en una nube que tiene forma de tobogán; pero yo espero su final, que ahora está disfrazado de terciopelo y que entonces sí, risueño, endeble, pero con ánimos de saltar, tomo impulso y disimulo mis ganas de visitar tu boca de caminos entusiasmados. Sin dudar la recorro, como buscando refugio, como un anhelo sorprendido, como un estallido flameando, como el humo que bifurca, que dibuja sublimaciones, que traza un milagro susurrando.

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